Se me murió. Claro que era mío! Si le inventé un destino y le pinté una estrella. Le cargué los bolsillos con algunos naufragios -mensaje en la botella como un pez panza arriba- y lo puse en la vida para que fracasara.
Me traicionó sin tregua. Me mintió cada hora. Me dolió como duelen los fracasos de uno y un día, cualquier día, se me murió de golpe sin preguntarme nada.
Y me dejó quebrada, sin saber cómo andar sin fracaso, con un pie en el abismo.
Cada vez que leo uno de tus post me pregunto a mí misma cómo es que tengo la osadía de seguir escribiendo.
ResponderEliminarEn cada una de las entradas encontramos un tesoro.
Gracias
solo porque yo quiero leerte. gracias
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