Señora con la cabellera encendida
y la boca morada.
Con los dedos helados de rasguñar los cercos
de maniatar las frutas del último verano
a la sombra de los paraísos del baldío.
Mujer Infancia de ninguna moneda
del juego entre los dientes
sin la excusa del miedo.
Sé que no puedo dejarte a la intemperie
en este Agosto largo que se apura de golpe
hecha añicos
con las pañoletas en medio del abrazo.
Cuando vas
en el almanaque contiguo a los veranos
callada redonda
como las naranjas partidas en el medio
entonces sé que retornarás otra vez.
Aunque ya haya caído mi penúltima siesta
aunque nadie me encuentre paseándote del brazo
sé que podré volver a buscarte en el río
a cometer la primera injusticia
la imprudencia
el pecado de ser otra vez un chico
sin memoria
encendiendo los panes
las hogueras ardientes al pie de los plátanos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario