domingo, 22 de enero de 2012

Infancia



Infancia.
    Señora con la cabellera encendida
y la boca morada.
 Con los dedos helados de rasguñar los cercos
                  de maniatar las frutas del último verano
                    a la sombra de los paraísos del baldío.
Mujer Infancia de ninguna moneda
del juego entre los dientes
                               sin la excusa del miedo.
Sé que no puedo dejarte  a la intemperie
       en este Agosto largo que se apura de golpe
 hecha añicos
       con las pañoletas en medio del abrazo.
 Cuando vas
          en el almanaque contiguo a los veranos
 callada                   redonda 
         como las naranjas partidas en el medio
 entonces sé que retornarás  otra vez.
      Aunque ya haya caído mi penúltima siesta
       aunque nadie me encuentre paseándote del brazo
sé que podré volver a buscarte en el río
a cometer la primera injusticia
         la imprudencia
         el pecado de ser otra vez un chico
                                                  sin memoria
     encendiendo los panes
     las hogueras ardientes al pie de los plátanos.

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