miércoles, 29 de septiembre de 2010

Acerca de la Esperanza


Como una princesa sin carroza, sin cochero ni calabaza. Como una escalera sin zapatito de cristal, perdido en el apuro. Sin campanas que den las doce antes de tiempo.
Mentira las trompetas y los trajes de estrellas salidos de ceniza.
Sólo está la intemperie. La íntima vigilia de los ojos cansados de mirar el camino para no equivocarse. Apenas esa luz a lo lejos, faro de los perdidos, resistiendo la bruma.

La vida es una frágil presencia del abrazo. Un instante de miedo, de mirar sobre el hombro. Y después la paciencia.
Días, catedrales, holocaustos mirados de reojo, exilios sin dejar domicilio a los amigos, muertes que sucedieron sin ir a los entierros.
Paciencia, sí.

Otros dicen resignación. Yo digo paciencia. Excusa para esperar  –no con ilusión sino con esperanza- hasta más adelante, hasta otro día.
Tozuda y perseverante paciencia.
Otros dicen desesperanza. Mienten. Esos son los que mienten. Los únicos y verdaderos impacientes desesperanzados.

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